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Mostrando entradas de agosto, 2022

El Centro del Hombre Azul

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  Lo vi al atardecer, la luz del desierto a esa hora del día es como de otro planeta. Iba por la cresta de la duna, siempre paralelo a nuestra marcha. Desierto profundo, no crees que haya nadie que viva o pulule por allí; pero allí estaba, su andar indolente, como aquel al que le llevan los pies al lugar que ellos decidan. Mi etapa de unos 38 kilómetros estaba finalizando. Lo perdí de vista y me concentré en lo mío, andar, resistir. De nuevo estaba allí, dudé, por un momento si era real; me miraba en la distancia como yo lo miraba a él. Se paró y me paré. Nos observamos unos instantes, se dio la vuelta y desapareció detrás de una duna. No lo volví a ver.  A menudo viene a mi memoria, el hombre de azul es el símbolo de mi equilibrio, mi centro, aparece y desaparece, me duermo y él se marcha, miro hacia adentro y él aparece mirándome desde la lejana y, a la vez, cercana distancia. Me recuerda quien soy de verdad...El hombre azul, con su caminar lento me habla de la vuelta a casa...

Viento en la cara...

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                                               Foto Covadonga Cué 2.008 No hay sombra en el desierto, no hay dónde esconderse de uno mismo; el sol y el viento te envuelven desde el amanecer hasta el ocaso, en ese instante la sombra eres tú.  La dirección está marcada, no hay nada que hacer, excepto vivir; nos escondemos en nuestras sombras chinescas...soy esto, aquello, lo de más allá, confundimos la forma con el fondo, lo secundario con lo esencial. Todo lo disuelve el viento del desierto, la arena reverbera y de ella se eleva aquello que disuelve tu ego, aquello que te deja sin más objetivo que rendirte ante la inmensidad de lo que Es. Sed felices o, al menos, intentadlo...