Ave Fénix
Este blog es un intento de recuerdo, de aprender del pasado, vivir el presente y los regalos que te ofrece el camino a sables.
El año 2006 tuve un sueño loco, un maratoniano y ultrafondista del montón soñó con pisar las arenas del desierto del Sáhara en una de las pruebas más exigentes del mundo en autosuficiencia por etapas.
En 2008 logré acabar el MDS, al final de la última etapa, después de colgarme en el pecho la medalla de finisher, había una chica con un micrófono y me dijo que dijera algo, le dije: no sé si es final o el principio de algo...fue el principio. Después llegaron las ediciones de 2.010, 2.012 y la de 2.014 en la que me retiré en la etapa non stop de 86 kms.
Tardé varios años en poder volver a mirar una sola foto de mi paso por el desierto, creía que me había despedido de él; parece que no. La arena se me ha metido en la sesera de nuevo.
La primera vez que sentí arena en mi sesera tenía tenía 47 años, hoy tengo 63 y vuelven las dunas a mi cabeza. Mi idea es volver allí si es posible, lo haré cuando cumpla 65, es mi forma de celebrar la vida y de agradecer la posibilidad que tengo de ilusionarme como un niño con respirar ese aire caliente en compañía de mis hermanos y hermanas del desierto, lo que están y los que ya no, todos y todas me acompañan cada día en mi camino.
Con humildad y trabajo pretendo entrenar mi cuerpo y mi mente como nunca lo he hecho, nunca mejor dicho; aprender de los errores y aprovechar mi experiencia.
Me siento como en el 2.006 cuando montamos nuestro primer equipo; Diego y Juan Antonio fueron buenos compañeros que se convirtieron por mor de las arenas en Hermanos, un tipo de Hermandad que nos une en la lejanía.
Ha pasado mucho tiempo, la experiencia me ha ido limando, alisando los bordes, ahora soy más como un canto rodado, liso en casi toda su totalidad. Espero rodar por la arena y fundirme con ella, observador y observado en comunión.
Inclínate y serás elevado.
Vacíate y serás colmado.
Consúmete y serás renovado.
Tao
Sed felices o, al menos, intentadlo...

Siempre hay que encontrar motivos para ilusionarse como un niño, sin importar la edad y este es tu motivo. Yo tendré la ilusión de escribirte cada día y saber que mis palabras llegarán al desierto. Así que ¡adelante!
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